jueves, 14 de abril de 2016

Compañera

COMPAÑERA

Ese día amaneció lloviznando, hacia frío y llevaba un buen rato cavilando sobre lo que se proponía hacer, pero no lograba poner en orden sus ideas.

Un insecto volaba a su alrededor, chocaba contra las paredes y contra el vidrio de la lámpara que lo alumbraba. Hacia una hora que se había cortado la luz, y ya habían pasado algunos días desde que se había decidido escribir algunas de sus memorias, pero las ideas se agolpaban de manera desordenada en su mente.

La hoja de papel seguía en blanco. De pronto, como siempre sucede, volvió la luz. Ahora sí que no había excusas.

Historias de vida de un tiempo lejano... Hacia ya casi 40 años que estaban juntos. Con nadie pudo estar tanto tiempo y llevarse tan bien.

Como decir que era un solitario, si siempre ella lo acompañó, sin dar ni decir más de lo que se le pedía, juntos pasaron por tantas cosas.

En sus 17 años había nacido ese deseo, que luego fue pasión, después de un festival: una guitarreada fue la marcó el principio de esa atracción.

Él era muy tímido, más ella le daba valor, le enseño a decir te quiero con la mirada, tenerla entre sus brazos, acariciarla sentirla vibrar, interpretar sus silencios.

Después vinieron los estudios... pero ella siempre se mantuvo a su lado: fue inseparable compañera en fiestas, cumpleaños, casamientos.

Todos eran un buen motivo para trabar amistades, relaciones, amores...

Ahhh... el primer amor...si pareciera ayer..., un mástil de barrio —esos que se usan en todas las fiestas patrias y acontecimientos importantes donde se reunía la comisión del centro vecinal— fue mudo testigo de una corta y casi queda declaración.

Era una noche de Otoño, todavía esta patente en la memoria, su figura recortada en la ventana y ese perfume abrasador, Alicia su nombre, como todo primer amor que nunca se olvida.

Él con diecisiete, ella recién cumplidos los quince. Todo era tan nuevo, solo quedaba entre ellos el misterio de lo que pudo ser, que no fue y esperaba para ser su secreto.

Abundante candidez, sentimientos puros, tan puros... como lo que tan poco dura.
Corazones que latieron juntos, vibrar al unísono, sentir la novedad de lo nuevo.

Dureza del existir. En todo eso, ella acompañó. Tal vez su silencio en los momentos duros, haya sido su ventaja para coexistir. Entender esos códigos misteriosos tan propios de un sentir que cuesta aflorar.

A su entender, puso notas de diferencia en toda su vida. Había que complacer... y el costo?. Ser un instrumento irrelevante, cuando se sabe principal. Ella siempre acompañó, siempre estuvo, siempre calló. Hubo otras, pero solo ella supo acompañar.

Sus formas, esas como la de mujer, y su voz...tenía alma de nogal.
Toda ella era eso: su guitarra preferida.

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